Las reacciones alérgicas pueden desencadenarse por muchos tipos de alérgenos y por muchas formas de interacción, ya sea inhalación, contacto o ingesta. Vamos a centrarnos en las alergias alimentarias, causadas al comer un alimento alergénico.
¿Qué son las alergias alimentarias?
Guillermo Cárdenas, dietista-nutricionista clínico y miembro de la Academia Española de Nutrición y Dietética define la alergia alimentaria como cualquier reacción adversa a los alimentos que esté mediada por el sistema inmunitario. “El cuerpo identifica un alimento o un componente de un alimento (una proteína, habitualmente) como una amenaza para el organismo. Ante esta situación, el sistema inmunológico reacciona liberando unas sustancias químicas que causan la sintomatología que todos conocemos, desde moqueo a dificultades para respirar”.
Estos alimentos, o algunos de sus componentes, se conocen como alérgenos. Son bien conocidos por las autoridades sanitarias y los fabricantes de alimentos están obligados a informar de la presencia de alérgenos en el etiquetado.

Diferencias entre intolerancia y alergia alimentaria
Mecanismo de actuación
La alergia es una sobrerreacción defensiva de nuestro sistema inmunitario y tiene lugar de forma rápida, en cuestión de minutos.
Sin embargo, en la intolerancia alimentaria, “el sistema inmune no interviene. La sintomatología suele ser de molestias digestivas y son de aparición tardía (horas), tras la ingesta del alimento”. Suele originarse por la dificultad para digerir algunos alimentos o absorber algún nutriente de estos.
Diagnóstico
Una intolerancia suele diagnosticarse con test o pruebas funcionales, como la del hidrógeno y metano espirado (lactosa, fructosa y sorbitol) que reflejan la función digestiva. En el caso de la celiaquía, se diagnostica con marcadores en sangre específicos y una biopsia intestinal.
Una alergia se suele diagnosticar con pruebas sanguíneas (RAST) y/o pruebas en la piel (pricks cutáneos), para detectar los anticuerpos específicos, además de con dietas de exclusión, es decir, la dieta que excluye ese alimento.
Consecuencias y gravedad
Una reacción alérgica alimentaria grave puede poner en riesgo la vida de la persona. Una intolerancia alimentaria, no.
Síntomas de alergias alimentarias más frecuentes
- Dermatológicos: Sarpullido, eczema, urticaria, enrojecimiento de la piel
- Otros: Hinchazón, picor, hormigueo en la boca, labios.
- Faciales: Hinchazón en la cara, lengua
- Respiratorios: Congestión nasal, estornudos
- Digestivos: Vómitos, diarreas (en la primera infancia)
- En casos más graves: dificultad de respirar y choque anafilático

¿Qué hay que hacer ante una alergia alimentaria grave (anafilaxia)?
Dado el riesgo para la vida de un shock anafiláctico, lo más importante es la prevención. “Una persona alérgica a cualquier alimento debe llevar siempre un kit de emergencia para tratar una reacción alérgica en cualquier momento”, señala Cárdenas. La reacción alérgica suele ser rápida tras el contacto con el alimento, por lo que la respuesta debe ser igualmente rápida.
El kit de emergencia consiste en una pluma o bolígrafo autoinyectable de adrenalina con la dosis ya establecida. “Se venden en las farmacias y se inyecta de forma intramuscular, en el muslo, de forma urgente cuando hay signos de anafilaxia”, explica el experto. No hace falta tener conocimientos de medicina para hacerlo. De hecho, cualquiera que esté cerca podría hacerlo y, muy posiblemente, salvar la vida de quien está sufriendo la anafilaxia. “Una vez inyectado se recomienda acudir a urgencias, ya que esta reacción podría repetirse al cabo de unas horas”.
Diagnóstico de las alergias alimentarias
Los métodos diagnósticos de las alergias alimentarias están protocolizados. Ante la sospecha de una alergia o intolerancia, hay que acudir al médico especialista para valorarlo y, en su caso, realizar las pruebas oportunas.
El proceso de diagnóstico de una alergia suele seguir estos pasos:
- Revisión de la historia clínica (antecedentes familiares ya que las alergias alimentarias son hereditarias en algunos casos) y los síntomas al consumir los alimentos sospechosos (tipo de síntomas, tiempo de aparición tras el consumo…).
2. Pricks cutáneos y/o RAST sanguíneos.
- Pricks cutáneos. Se coloca en la piel una pequeña cantidad del alérgeno a estudiar y se espera a la aparición de eritema (enrojecimiento) y/o pápula (hinchazón) en la zona de contacto tras un pequeño prick (pinchazo).
- RAST sanguíneos. Se analiza una muestra sanguínea para determinar la cantidad de anticuerpos IgE que reacciona frente al componente del alimento.
3. Dieta de exclusión. Tras las pruebas, se elimina el alimento sospechoso durante un tiempo, a la espera de ver si la sintomatología desparece.
4. Pruebas de provocación oral. Bajo supervisión estricta del alergólogo, se administran pequeñas cantidades del alimento para confirmar si es la causa de la reacción alérgica o no.
Alergias alimentarias más frecuentes
En Europa, la prevalencia de alergia alimentaria en niños se sitúa entre el 1,5-4%, y en adultos, alrededor del 9%.
Las más frecuentes son:
- Leche de vaca (a sus proteínas: caseína, alfa-lactoalbúmina, beta-lactoglobulina)
- Huevo
- Frutos secos (sobre todo, el cacahuete)
- Pescados y mariscos
- Trigo
- Soja
En los países mediterráneos, la causa más frecuente de alergia alimentaria del adulto es la alergia a la LTP (proteína transportadora de lípidos), presente en la piel de muchos vegetales. “La sintomatología se desencadena tras la ingesta del alimento y la presencia de un cofactor que active esta reacción, siendo el ejercicio físico, los antinflamatorios no esteroideos o el consumo de alcohol, los más frecuentes”, señala Cárdenas.

Alergias alimentarias en niños y bebés, ¿son más peligrosas?
Una alergia alimentaria siempre puede ser peligrosa, a cualquier edad. "Los niños y bebés tienen un sistema inmunológico aún en desarrollo. Por eso son más propensos a reacciones más inesperadas, a veces más intensas y con un manejo más difícil”, advierte el experto.
En la primera infancia, la prevención es vital para evitar situaciones de riesgo. Es fácil en casa, pero el riesgo se dispara en las guarderías y las escuelas, lo que obliga a los cuidadores a extremar las precauciones para evitar la contaminación cruzada o ingestas accidentales. “Por si fuera poco, a esas edades no siempre pueden o no saben explicar los síntomas que puede preceder a una reacción severa y esta puede aparecer ya de forma grave. Además, las vías respiratorias son más pequeñas, por lo que cualquier reacción como una hinchazón en la boca o la garganta, puede obstruirlas más fácilmente”.
El caso particular de la alergia al huevo
Es un tipo de alergia alimentaria relativamente frecuente en la infancia, que se reduce en la edad adulta. “Conforme el niño va creciendo, su sistema inmune también madura y se fortalece. En el caso del huevo, las proteínas responsables de la alergia se someten a calor (cocinado u horneado en pastas, bizcochos, galletas …), desnaturalizándolas, descomponiéndolas y haciendo que sean menos alergénicas”, explica.
Por eso a medida que crece el niño, se reducen las reacciones alérgicas pudiendo llegar a desaparecer. “Todo el proceso debe ser supervisado a nivel médico, con pricks cutáneos, RAST sanguíneos y test de provocación”, apunta Cárdenas.
¿Se pueden curar las alergias alimentarias?
El mecanismo de funcionamiento de las alergias y del propio sistema inmune es complejo. “Es difícil afirmar a una persona que su alergia desaparecerá. Sí tenemos estrategias para reducir el riesgo de desarrollarla, en especial, en la población pediátrica”, añade Cárdenas.
En familias con antecedentes de alergias, el pediatra puede aconsejar introducir algunos alimentos con elevado potencial alergénico en un tempo diferente. “Esto contribuye a que el sistema inmune del pequeño los reconozca como seguros. También se sabe que la lactancia materna fortalece el sistema inmune del bebé y reduce el riesgo de desarrollar algunas alergias alimentarias”, recalca el experto. Apunta como último consejo para las familias, no obsesionarse con el exceso de higiene, “que no ayuda a un adecuado desarrollo de las defensas”.
A medida que el niño cumple años, algunas alergias alimentarias, como la alergia al huevo y a la proteína de la leche de vaca, tienden a remitir. “Otras, sin embargo, puede costar más o durar toda la vida. Por eso es tan importante seguir las instrucciones del alergólogo para llevar un buen control de las alergias y poder llegar a superarlas”.
En la actualidad se trabaja en tratamientos farmacológicos emergentes muy prometedores basados en la inmunoterapia. La FDA aprobó en 2024 un fármaco para personas con alergia a los cacahuetes. Estos tratamientos no son, sin embargo, efectivos para todo el mundo, siempre deben administrarse bajo supervisión médica y su acción se limita a esa alergia alimentaria en concreto, no a otras.
¿Por qué tantas alergias alimentarias ahora entre los niños?
Los estudios sugieren varios factores de riesgo como explicación a este aumento. Estos son los más frecuentes:
- Antecedentes familiares. Si en la familia son comunes el asma, el eccema, la urticaria o alergias como la fiebre del heno.
- Tener otras alergias. Si ya se es alérgico a un alimento, puede tener mayor riesgo de desarrollar alergia a otro. De igual manera, si tiene otros tipos de reacciones alérgicas, como la fiebre del heno o el eccema, su riesgo de tener una alergia alimentaria es mayor.
- Edad. Las alergias alimentarias son más comunes en niños, especialmente en bebés y niños pequeños.
- Asma. El asma y la alergia alimentaria suelen presentarse juntas. Cuando lo hacen, es más probable que los síntomas de la alergia alimentaria y del asma sean graves.
Además de los anteriores, los alergólogos suelen apuntar otros factores de riesgo de carácter ambiental o de hábitos:
- Exceso de higiene. Se ha reducido el contacto con virus y bacterias que, a la larga, contribuye a fortalecer el sistema inmune y reduce la respuesta exagerada a sustancias inofensivas, como pueden ser los alimentos. “Vivir en entornos urbanos, con un menor contacto con la naturaleza y con los animales en los primeros años de vida, se postula como una de las causas en el retraso del fortalecimiento del sistema inmune”, apunta el experto.
- Cambios en la composición, procesamiento y conservación de los alimentos. Ciertos aditivos alimentarios podrían alterar el sistema inmune. Asimismo, algunos sistemas de procesado podrían multiplicar el potencial alergénico de ciertas proteínas.
- Abuso de los antibióticos en edades tempranas. “Este uso excesivo altera el microbioma intestinal, muy relacionada con la modulación a las reacciones alérgicas”, señala.
El Consejo de ALDI
Si tienes invitados en casa, no olvides preguntar si alguno tiene algún tipo de alergia o intolerancia alimentaria para preparar un menú adecuado para todos.

Guillermo Cárdenas. Nutricionista clínico con más de 15 años de experiencia en el soporte nutricional en pacientes afectados de diferentes patologías: hepáticas, digestivas, neumológicas, cardíacas y en pacientes trasplantados de órgano sólido y críticos. Publicaciones y presencia activa en congresos y jornadas de las principales sociedades de referencia en nutrición clínica (SENPE y ESPEN). Es miembro de la Academia Española de Nutrición y Dietética donde ha participado en los programas de formación dando formación en intolerancias alimentarias. Forma parte activa en la formación de alumnos del grado de Nutrición Humana y Dietética en diferentes Universidades y como tutor de prácticas en Hospital Vall d’Hebron. También forma parte en la formación de alumnos de la licenciatura de Medicina en la Universitat Autònoma de Barcelona
