En un mundo donde se valora cada vez más lo ecológico y lo natural, se habla con preocupación de los disruptores endocrinos presentes en los alimentos que han tenido contacto con químicos. Nicolás Olea, médico y experto en el estudio de cómo afecta la exposición química a la salud humana, explica qué son, cómo afectan a nuestra salud y qué podemos hacer para mantener nuestra alimentación alejada de ellos.
¿Qué son los disruptores endocrinos?
En 2013 la Organización Mundial de la Salud (OMS) presentó un informe acerca del estado de los conocimientos científicos sobre las sustancias químicas que perturban la función endocrina. Contó con la colaboración de ambientalistas, zoólogos y clínicos para definir qué son los ‘perturbadores endocrinos’ (por sus siglas, PE). El estudio esboza su posible relación con determinadas enfermedades y trastornos y hace un llamamiento a seguir investigando en este campo, ya que una mejor gestión de esas sustancias podría reducir el riesgo de enfermedad y generar ahorros considerables para la salud pública.
Esos perturbadores endocrinos, comúnmente conocidos como disruptores endocrinos, son sustancias químicas, contaminantes ambientales y de la cadena alimentaria, que una vez en el interior del organismo afectan al equilibrio de las hormonas. “¿Quiere usted decir que hackean el mensaje hormonal?, me preguntó hace unos días un joven en una conferencia al oír qué eran. Le contesté que no podría haber mejor definición”, relata el doctor Olea para ilustrarlo de una forma más gráfica.
Porque eso es, precisamente, lo que hacen los disruptores endocrinos: hackear o trastornar los mensajes que les llegan a los órganos. “Por ejemplo, alterando las hormonas estrogénicas afectan al ovario y la mama”, explica el doctor Olea.
Este ‘hackeo’ o confusión masiva se produce porque estos componentes químicos se parecen estructuralmente a las hormonas. Gracias a esa similitud, confunden el mensaje hormonal, “ya sea usurpando el lugar de la hormona, o afectando a sus niveles en el torrente circulatorio. El resultado final es que aumentan o disminuyen el efecto hormonal esperado”, explica el doctor.
No hay más de 50 hormonas conocidas, pero hay cerca de 145.000 compuestos químicos en el mercado. “Por eso no es de extrañar que se hayan identificado unos 2.000 compuestos químicos que interfieren con el sistema hormonal. Es decir, 2.000 disruptores endocrinos”.
¿Dónde están esos disruptores hormonales?
Estos alteradores del mensaje hormonal son compuestos químicos presentes en diversos sectores de la actividad humana. Aunque sea de forma inintencionada, en algún momento entra en la cadena alimentaria o en otras áreas de la vida cotidiana.
“Están los empleados en la producción alimentaria, como es el caso de los pesticidas (insecticidas, fungicidas o herbicidas), pero también en los productos industriales (PCBs y dioxinas), algunos componentes de los plásticos (bisfenoles y ftalatos), en los cosméticos (parabenos y benzofenonas) y hasta en los textiles (poliéster y polibromados)”, enumera el experto.
Casi todos los productos que nos rodean tienen estas sustancias en mayor o menor medida. “Es muy difícil sustraerse a la exposición, ya que es universal y frecuentemente inadvertida”, advierte.
La Unión Europea asumo que el problema es real y, desde la EFSA, ya se están tomando medidas para estudiar el tema y reducir el riesgo.
Tipos de disruptores endocrinos presentes en los alimentos
Este tipo de sustancias pueden llegar a los alimentos en distintos puntos de la cadena alimentaria.
- Durante su producción. A través de los pesticidas y herbicidas empleados en la agricultura y cuyos residuos pueden quedar en el alimento.
- Durante el envasado. Por superficies que entran en contacto con los alimentos y que pueden transferir sustancias a los alimentos.
- Durante la preparación. “Por el empleo de utensilios de cocina que liberan ciertos componentes, como muchas sartenes antiadherentes que liberan compuestos perfluorados. Estos compuestos están reconocidos como disruptores endocrinos obesogénicos, es decir, favorecen la obesidad”.
Mencionar los principales disruptores endocrinos presentes en los alimentos es largo si queremos ser exhaustivos. El doctor Olea opta por proponer algunos ejemplos. Entre los pesticidas elige el clorpirifós. “Es el más frecuente en las naranjas. Tanto que se prohibió hace pocos meses”. Su equipo de investigación ha realizado estudios que asocian el clorpirifós con el adelanto de la pubertad en niñas. “Hemos investigado presencia de los metabolitos de estos pesticidas en la orina de niños y niñas entre 7 y 9 años, y hemos encontrado una fuerte asociación con el adelanto en la pubertad. Es un asunto muy serio: demostramos que cerca del 80% de los niños y niñas orinan pesticidas y las graves consecuencias de esta exposición”.
Entre los plásticos, se queda con los bisfenoles, tan utilizados en los envases de policarbonato y en las resinas epoxi. “Los biberones de policarbonato fueron prohibidos en 2011 en toda la UE. En 1995 ya denunciamos el recubrimiento interior de las latas de conserva, pero hasta este no se van a tomar medidas para su prohibición, limitando la ingesta máxima permitida.”, apunta el experto.
Cómo evitar la exposición a disruptores endocrinos en la alimentación
Evitarlos es difícil porque están por todas partes y nos exponemos a ellos sin darnos cuenta. “Los pesticidas clásicos, ya prohibidos, y los productos industriales solían ser persistentes. Esto quiere decir que se acumulaban en el tejido graso de animales y alimentos grasos”, recuerda el doctor. Sin embargo, los compuestos químicos disruptores endocrinos más frecuentes en la actualidad “no suelen ser persistentes y no se acumulan, por lo que la exposición tiene que ocurrir de forma diaria, como es el caso del uso de cosméticos”.
En su libro Libérate de tóxicos, el doctor Nicolás Olea incluye una guía para evitar la exposición a estos químicos en varios escenarios: alimentación, cosmética, hogar, actividades, esperando un hijo y en el medio sanitario. “Sería muy prolijo dar recomendaciones aquí para cada una de las situaciones. Sin embargo, en el caso de la alimentación las reglas son sencillas:
- consumir preferentemente productos de temporada y de cercanía
- evitar los ultraprocesados y el súper-empaquetado
- consumir productos frescos y, si es posible, ecológicos
- pagar el precio justo por la comida, sin escatimar en calidad
Insiste en que la calidad de los alimentos está muy directamente relacionada con nuestra salud. “Si quieres ahorrar disminuye, por ejemplo, el gasto en telefonía”, recomienda.
¿Existen los alimentos que bloquean los disruptores endocrinos?
El marketing alimentario nos ha convencido de que existen superalimentos con toda suerte de propiedades casi mágicas capaces de curar enfermedades, rejuvenecer, y, por qué no, neutralizar a todos los agentes químicos potencialmente nocivos para nuestra salud.
La realidad es bastante más modesta. No hay alimentos ni sustancias que bloqueen a los disruptores hormonales, ni es fácil eliminarlos de nuestro organismo.
“En teoría, los compuestos persistentes, que se acumulan en tejido adiposo, se podrían eliminar con la pérdida de peso y la movilización de las grasas”, señala. “Pero lo más recomendable es evitar la exposición para que no accedan al torrente sanguíneo. Así evitaremos sus posibles efectos sobre nuestra salud. “Pueden afectar a la reproducción, el metabolismo, el crecimiento, el desarrollo incluido el cerebral, la conducta o incluso a la frecuencia de aparición de cáncer”, enumera Nicolás Olea.
El Consejo de ALDI
Una forma de reducir el uso de plásticos en nuestra vida cotidiana es hacer la compra de las frutas a granel con nuestras propias bolsas de rejilla reutilizables.
Nicolás Olea. Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Granada, Experto universitario en Epidemiología y Catedrático del departamento de Radiología de la Universidad de Granada. Fue el primer director del Instituto de Investigación Biosanitaria ibs.GRANADA y responsable de su acreditación (2011-2018). Actualmente lidera un grupo de investigación multidisciplinar que estudia cómo los factores ambientales afectan a la salud humana. Lleva más de 30 años estudiando sobre la exposición química , destacando los estudios en fitosanitarios, plásticos, cosméticos, contaminantes ambientales y las exposiciones derivadas de las prácticas sanitarias. Es autor de cerca de 400 trabajos de investigación en revistas internacionales. Ha dirigido 53 tesis doctorales y participado en numerosos proyectos de investigación de financiación europea, nacional y autonómica. Actualmente participa en el Proyecto Europeo Horizonte 2020, titulado Human Biomonitoring (HBM4EU), en la Red de Investigación Epidemiológica CIBERESP del Instituto de Salud Carlos III y en el Thin Tank ALIMENTTA. Ha publicado el libro de divulgación “Libérate de tóxicos. Guía para evitar los disruptores endocrinos” (RBA ed. Barcelona, 2019). FACEBOOK: @nicolas.olea.3511